18 de abril de 2024

La Feria: Bien servidos

Sr. López / GMx

Ya sabe que tía Victoria fue la lengua más temida de Toluca y alrededores, por claridosa, no por chismosa, que jamás llevaba ni traía; y también, que de joven y también de madura, fue temible porque, nunca casada, tuvo innumerables lunas de miel (dicho por ella). Bueno, pues resulta que una de sus sobrinas nietas (Elba), aparentemente tenía un buen matrimonio pero de repente, se divorció, para escándalo de la sección femenina del lado materno del berenjenal genealógico de este menda, católicas de apenar a Torquemada. Elba, sabedora de lo “liberal” que era la tía, fue a contarle sus cuitas, buscando su apoyo. La tía antes de abrir el pico quiso saber unas cuantas cosas que le confirmaron que el ya exesposo de la joven era un buen marido, cumplidor en todo (todo), decente y buen padre, generoso y trabajador, pero que ella lo había dejado  porque “no era feliz con él y  que ella tenía derecho a ser feliz”; la tía le dijo, vehemente: -¡Qué bruta eres! –y sí, resultó cierto el dictamen de tía Victoria, porque Elba hilvanó en su vida otros cuatro divorcios… y era cada vez menos feliz. Ni modo.

Los integrantes del peladaje nacional sabemos del desolador pronóstico electoral que enfrenta el PRI para este próximo 1 de julio. Las cosas no marchan como a ellos gusta, el pavoroso hombre de Tabasco acecha, el Cerillo Anaya  resopla triunfante y el otrora partidazo parece empeñado en meter la pata (digo, con Ochoa Reza de presidente nacional del PRI, el Nuño Artillero de coordinador de campaña y Rubén Moreira Valdés -exgobernador de Coahuila-, como secretario de Acción Electoral, ni noqueando empatan)… ¿se habrá sellado el destino nacional?

No, señoras y señores, no. El gobierno federal tenía una carta guardada. Usted no lo sabe pero el Peje y el Chico Maravilla, están esperando ambulancia: ayer, en la VI Cumbre Mundial de Gobierno -WorldGovernment Summit-, que se celebra en Dubai, Paulina Terrazas, Jefa de la Unidad de Proyectos Especiales de la Presidencia de la República, en nombre y representación del gobierno de México, firmó nuestra incorporación a la Coalición Mundial de la Felicidad (y desde el Cielo se escucha al Pirulí cantar muy emocionado: -“Feeelicidad… hoy te vueeelvo a encontrar… cuanto tieeempohuiiiste de miii-i-ii텔)

De esta no se reponen ni coaligados todos, independientes incluidos. Nuestro gobierno sin miedo a la realidad (ni al ridículo), se comprometió a “generar políticas públicas y acciones relacionadas directamente con el bienestar social y ciudadano”… ¡ajúa!, no nos iban a decepcionar. Meade suspira aliviado.

Esta Coalición de chacoteo se integra por  los Emiratos Árabes Unidos, Costa Rica, Portugal, Eslovenia, Kazajistán… y México (¡México, ra, ra, ra!). Ya verán cómo después el Inegi reportará el Índice Nacional de Felicidad, que probará que somos felices contra viento y marea, contra toda esperanza. Lo que es más: sugiere este López que se legisle el delito de infelicidad de procedencia inexplicable: un vulgar tristón al que le emigró la golondrina, presagiando el final,  no va a poner en duda las bondades del buen gobierno, nomás porque quiere saborear su dolor. ¡Faltaba más!

Parece tonto y lo es. Doña Paulina después de firmar lo advirtió: “(…) aunque el término felicidad puede ser aún hoy muy controvertido”… pues, sí, algo, pero más que nada: no es responsabilidad de la autoridad que cada tenochca sea feliz, que se puede ser un reverendo infeliz viviendo entre lujos y muy feliz pepenando basura. Al gobierno toca cumplir la ley y ya podríamos empezar por la Constitución que reconoce derechos garantizados por el Estado no muy fáciles de cumplir, entre otros: alimentación nutritiva, suficiente y de calidad -y sabrosita, se les olvidó añadir-; vivienda digna y decorosa -¿digna es con o sin alberca?-; acceso a la cultura -¿pases para Bellas Artes o nomás para la Lupita D’Alessio?-… parece tonto y lo es.

No es nuevo eso de incluir en la ley la felicidad, pero no como responsabilidad del gobierno:

El primer párrafo de la francesa Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), dice que los actos del Poder Ejecutivo y el Legislativo, deben redundar en “beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la Felicidad de todos” (o sea: que el gobierno no esté fregando y ya cada quien que se rasque con sus uñas).

Antes, en el primer artículo de la Declaración de Derechos de Virginia (1776), se declara que hay derechos inherentes a la persona que nadie les puede quitar para que sea posible “perseguir y obtener la Felicidad (…)” El gobierno respeta la vida, la libertad, el derecho a la propiedad, etc… y luego cada quien es feliz o no, según tenga o no hemorroides (que lo dificultan, dice un primo de este López).

La muy española Constitución de Cádiz de 1812 (derogada en 1814), decía en su artículo 13: “El objeto del gobierno es la Felicidad de la Nación”, sí, pero agrega: “(…) puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. ¡Aaah!, ya nos vamos entendiendo, bienestar, no malestar, la cosa cambia.

Acá en nuestra querida patria que sabe reír y cantar, Morelos promulgó en 1814 una Constitución (la de Apatzingán, que jamás entró en vigor), en la que se habla de “Felicidad común”, aclarando: “la Felicidad del pueblo consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad”. Así sí, bien acotadito.

Casi en ningún país se ha impuesto al gobierno la responsabilidad por la felicidad de la gente… aunque… bueno, sí, en la República Bolivariana de Venezuela, el increíble señor Maduro, instauró el “Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo”. ¡Yes!

No pasa nada. Firmar la integración de México a esa dichosa Coalición Mundial de la Felicidad, no es una burla, no sea mal pensado, es solo un acto política y estúpidamente correcto.

El gobierno lo que sí tiene obligación de hacer son dos cosas: respetar la ley y evitar el sufrimiento evitable. Y solo con eso quedamos bien servidos.

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