16 de abril de 2024

La Feria: El taco

Sr. López

La prima Leandra (compensaba su poco agraciado nombre con una cara de Hollywood y un cuerpo de mandar al psicólogo a la modelo de la Diana Cazadora, que ni se llama así). La prima Leandra, le decía, se encaprichó con un joven no mal parecido (bueno, las otras primas decían que estaba “para comérselo”, pero esa era su opinión de ellas, que nunca explicaban que era eso de “comérselo” y uno no tenía edad para entender), con el inconveniente de que junto al comestible doncel, Juan Charrasqueado era un modelo de virtudes, con fama de lo que era en todo Jalisco y entidades colindantes (Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Guanajuato, Michoacán y Colima, por si le interesa). Sus papás, tío Neto y tía Cuca, hicieron a  rodilla todas las estaciones del “via crucis” que se echa cualquiera que ve a su hija a punto de meter la pata hasta la ingle. Al fin, resignados y por evitar mayores males, concedieron la extremidad superior derecha de su nena al zafio pretendiente. La mañana del día en que se celebraría la ominosa boda, sus consternados papás dijeron a su enamoradísima hijita: -No lo olvides nunca, no estás sola y esta casa es tu casa, siempre… cuando decidas dejar a este hombre, te recibimos con todo y los hijos que tengas -furiosa, Leandra les contestó que ya podían sentarse a esperar ese día. Bueno, ni esperaron tanto, regresó a media Luna de Miel. Se contaban cosas. Del joven no se supo más. Había varias versiones. Decires de la gente.

No sé a usted, pero a este su texto servidor le urge que ya termine el sexenio, de veras, esto ya no se aguanta, es una pesadilla… ya por favor, que acabe esta comedia de equivocaciones, nos van a matar a preocupaciones. Y nunca falta el baboso que sale con el supuesto consuelo de que “el tiempo vuela”, o peor: “no hay mal que dure cien años”, y sí, tal vez sí, pero de aquí al 30 de septiembre de 2024, se nos va a hacer eterno. ¡Urge que se vaya y todavía no entra!

Perversos como son los del poder grandote, en cuantito vieron que el triunfo en las urnas de AMLO y su mesnada, era de tal tamaño que no había manera de revertirlo, ni reservas suficientes de mapaches para obrar el milagro que en sus buenos tiempos hacían sin rubores ni sudores, en ese momento se eclipsaron, dejando cancha libre a morenistas, futuro gabinete y futuro Presidente, como en plan de revancha: ¿eso quieren?… ¡pues, tengan!, lo que en tiempos ya olvidados se decía “tú lo quisiste fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten” (“mostén” es apócope de mostense, dicho de quien pertenece a la Cándida y Canónica Orden Premonstratense -así se llama-, fundada en 1120 por San Norberto de Xantenen, en Prémontré, Francia, a lo que debe su nombre, como sabemos todos).

En lengua vulgar: ¡ahora se la tragan!, parece haber sido la implacable decisión del último huésped de Los Pinos, don Peña Nieto, porque a ver quién es el macho que manda quitar el Centro Cultural Los Pinos, para regresarlo a ser lo que don Lázaro Cárdenas decidió por no malas razones: residencia oficial del Poder Ejecutivo (y eso de Centro Cultural, está por verse, pues será lo que resulte de consultar al pueblo sabio, que en una de esas, decide hacerlo parque público, salón de fiestas gratuito para los afiliados al ISSSTE o bingo, “vox populi, vox Dei”).

De regreso al punto: ya ni la friega Peña Nieto. No votó la gente por su candidato, pero no era como para que se la tomara a la tremenda y aventara los trastos, dejando todo a la deriva los últimos cinco meses de su periodo. No se vale.

Así, el sexenio que debió comenzar hasta el 1 de diciembre, empezó el 2 de julio y ahora, apenas a mediados de octubre ya se siente un desgaste como de quinto año de gobierno, desconcertada la ciudadanía (amloneros, absténganse, su fe -que se respeta-, asombra a un Testigo de Jehová), entre dimes y diretes, contradicciones y puntadas, imposiciones y consultas, los otrora orgullosos integrantes del peladaje nacional, damos pena como personas abandonadas, que votaron creyendo ser amadas y van por la vida llorando una elección, recordando a Juárez, Madero y Cárdenas, y arrastrando su elección.

Lo de la burla de la consulta del aeropuerto ya es lo de menos. La que está en curso para echar abajo la reforma educativa, con pleito abierto contra la CNTE, augura desordenes que no se controlan a cubetadas de babas: por más presidencial que en su momento sea esa saliva, será gasolina a la lumbre. La de seguridad, suspendida pero reiniciada a la chita callando, ante la imposibilidad de imponer la decisión unipersonal de AMLO de amnistiar, perdonar y no olvidar (como generosa concesión a quienes -por supuesto-, no olvidan su tragedia ni que se les debe justicia, incluidos los deudos y dolientes de soldados, marinos y policías que también son gente y -no se les vaya a olvidar-, son los que ponen diario su vida en riesgo). Y el anunciado fin de la corrupción que no se ve ni se siente, ni se atisba que la lucha empiece, empiece.

Todo palabras, todo contradicciones y la sospecha de que su gobierno será una autocracia simulada tras la masa que no estamos para decidir, que la democracia directa no es legal en México, ni ha funcionado jamás en ninguna parte, excepto para maquillar déspotas.

No pide este López que le crean nada. Lea lo que opina Cuauhtémoc Cárdenas, que espero esté libre de sospecha de ser conservador, fifí o de la mafia del poder, en la carta que publicó con su firma y la de dos de sus colaboradores, el 22 de agosto pasado, titulada “El nuevo gobierno y lo que sigue”, señalando que AMLO toma decisiones contrarias a la democracia y al federalismo, reproduce el modelo de presidencialismo y lleva al extremo la centralización del poder.

Señala don Cuauhtémoc que la pregonada Cuarta Transformación “(…) inicia con señales contradictorias, propias de una amalgama de intereses muchas veces contrapuestos”. Y alerta sobre sus “excesos centralistas”.

Uno quiere que lo haga bien, en bien de todos, pero, por el modo de agarrar el taco…

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