29 de marzo de 2024

“Un aeropuerto que SÍ debe aterrizar”

Manuel Zepeda Ramos

El papá ya fallecido de Roberto, Isabel, Laura y Adriana Rocha Macias -ahora ya adultos a los que aprendí a querer desde que nacieron-, Gustavo Rocha, que era un gran piloto civil, nos invitó a Cristina y a mí a volar una tarde soleada de 1974 sobre Valle de Bravo en su Piper Navajo, partiendo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Benito Juárez, para aterrizar y finalizar el viaje en el improvisado aeropuerto de Toluca que tenía una pista improvisada. Estábamos recién casados.
-Es mi regalo de casamiento, nos dijo.
Aceptamos de inmediato, emocionados.
Despegamos por la 23 izquierda pasadas las 4 de la tarde, hacia la Ciudad de México. Todo iba bien durante los primeros cuatro minutos. De repente, nos dice el capitán Rocha:
-no se vayan a preocupar, pero debemos regresar al aeropuerto.
En seguida, el capitán Rocha toma el micrófono de la radio del piper y se comunica a la torre del control del Benito Juárez:
-pido aterrizaje de emergencia. No hay presión en el motor. Fueron segundos tensos. Prácticamente, veníamos cayendo. Podíamos ver a la gente caminando sobre la plancha del zócalo, a las personas que se transportaban en los autobuses urbanos y, ya próximos al aeropuerto, tinacos, rejas del tendido de ropa y uno que otro chucho de los que viven presos en las azoteas. El aeropuerto paralizado. La emergencia siempre es primero en estos casos. Tocamos tierra, con la habilidad característica de Gustavo. Muerto de risa, celebraba el acontecimiento:
-No les dije? Sin problema. Jajaja.
Ni bien habíamos parado en el hangar cuando un jeep del aeropuerto se acercó para recibir el parte, corroborando lo dicho por Gustavo a través de la radio. Llegó un mecánico, abrió el fuselaje del motor y en cinco minutos había terminado.
-Fue una válvula check que se había trabado en el motor, que provocaba una pérdida de presión. Está listo, nos dijo.
-nos vamos? Pregunto Roberto.
Nosotros, recién casados, sin más compromiso que trabajar y procrear una familia, dijimos sin temor y al mismo tiempo, después de la habilidad y destreza exhibida:
-Listos!!
El capitán Rocha, que conocía muy bien a su nave, hizo todas las gracias que sabía para impresionar a sus jóvenes amigos: se tiró en picada sobre el lago de la represa, saludó a sus cuates de La Lagartija, el antro de moda, volando sobre el restaurante a bajísima altura saliendo sus dueños a saludar y a aventar besos. Regresamos y en Toluca aterrizamos. dejó el avión en su hangar. Ya estaba su chofer esperándolo. Regresamos a Mexico.
Esta pato aventura que les cuento con desparpajo y de un plumazo porque sobrevivimos, podría ser uno de cientos, quizá miles de eventos de emergencia que a lo largo de 60 años año ha sucedido en la Ciudad de México, hasta ahora sin desgracias masivas que lamentar, afortunadamente.
Recuerdo el accidente que tuvo Silvia Hernandez, en ese tiempo directora del INJUVE, sobre la Ciudad de México. Ella salvó la vida gracias a su habilidad de deportista, aunque tuvo quemaduras serias, pero no tuvieron la misma suerte nuestro paisano Armando Chacón y una abogada especialista en defensa de los jóvenes, que truncaron de tajo su futuro político promisorio. También viene a mi memoria ese avión de carga que cayó sobre la carretera a Toluca, pero pudo haber sido sobre la ciudad. Se cayó con un cargamento de caballos de salto en donde las escenas en la televisión fueron desgarradoras. También recuerdo una avioneta que aterrizó sobre el Eje Central, sin desgracias que lamentar.
El desplome pues, de un avión de pasajeros en la capital del país, es asunto de preocupación, todos los días. Afortunadamente, Dios es muy grande. No dudo que hayan habido emergencias y se haya callado para no preocupar al respetable. Esta sola variable sería más que suficiente para haber llevado a cabo, desde hace años, la idea de cambiar el aeropuerto. Además, hoy, el actual aeropuerto ya está rebasado; muchas líneas extranjeras ya no vuelan hacia él porque ya no hay lugar y hora para sus aterrizajes. El nivel de capacidad de carga tampoco crece. Esta condición impide el desarrollo.
Nuestro país se ha transformado. Somos ya la economía número quince del mundo, sin duda el mejor y más productivo país de America Latina, tenemos tratos comerciales con cualquier cantidad de países del Planeta, apenas ayer nos enteramos que somos la sexta potencia mundial de turismo con 39.3 millones de visitantes extranjeros en el año, por arriba de Inglaterra y Alemania, hay entidades federativas que crecen como no lo hacen los países que son del primer mundo. Es la verdad. Quien lo niegue, no sabe o está loco.
Dentro de los proyectos planteados en este sexenio, está la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.
Por fin, un gobierno federal se decidió a dar el paso que se ha pospuesto por más de 30 años. El proyecto fue ganado por el arquitecto que realizó el aeropuerto de Hong Kong, que está sobre el mar. Los terrenos están a cinco kilómetros del actual aeropuerto, sobre el vaso de Texcoco. En este año electoral, al nuevo aeropuerto le ha salido un detractor de peligro: Andrés Manuel López Obrador y su equipo de trabajo. Les preocupa el suelo del Valle de Mexico, el mismo sobre el que se fincó la que hoy es la Ciudad de México desde hace varios siglos, el mismo en donde se construyó el drenaje profundo, el mismo en donde se ha instalado el metro y La Ciudad funciona. Los pocos técnicos que cobijan al candidato de Morena, se han olvidado que los ingenieros mexicanos especialistas en mecánica de suelos han sido considerados desde hace buenos años como los mejores del mundo junto con los ingenieros holandeses. Son los que construyeron los tramos carreteros Villahermosa-Escárcega y la autopista Villahermosa-Frontera-Champotón, sobre agua y lodo, como son las tierras tabasqueñas, que le dan diez y las malas al Valle de Texcoco. Diariamente, centenares de
trailers doble semirremolque, van y vienen llevando mercancía a Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Salvo que el mantenimiento debe ser escrupuloso, la carretera es un éxito en el desarrollo económico de la región, ya se amortizó y los peajes dan para ese mantenimiento escrupuloso. Es decir, es una carretera rentable.
El subsuelo de Texcoco no es un impedimento. Si lo es el espacio aéreo.
Mi maestro de la clase de aeropuertos, el ingeniero Antonio Dovalí Ramos, me enseñó que el espacio aéreo de un aeropuerto -el lugar de las maniobras en pleno vuelo de aproximación y despegue del aeropuerto-, es la principal variable a considerar. Los técnicos de AMLO dicen que Mexico podrá operar con el actual aeropuerto -sobre saturado y muy peligroso, digo yo- y con el de Santa Lucía. Nada más que los espacios aéreos de los dos aeropuertos están encimados: para que funcionen, las torres de control se tienen que estar “recadeando” para no regarla: vas tú y luego yo. Con el evidente aumento de tránsito de las dos terminales que proponen, no tardaría en haber un choque de aviones en el aire. También argumentan cómo le harán con el uso de 700 hectáreas del viejo aeropuerto. Será muy difícil convertirlo en grandes parques de distracción y de deporte, con enormes espejos de agua a donde vivan las aves de la región? Los ingenieros de Mexico pueden.
El Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México-NACM-, reúne todas las condiciones que requiere un volumen de tránsito como lo tiene un país de más de 120 millones de habitantes, en donde la ciudad es el centro de operaciones aéreas de todo Mexico, por donde entran casi 40 millones de viajeros extranjeros al año que se habrán de aumentar con la nueva construcción, en donde hoy la carga que entra y sale del país, en el orden del 60%, se hace por el actual con todo el riesgo que eso implica. El NACM facilitará todo el intenso tráfico que ya Mexico demanda. Tendrá varias pistas operando al unísono, porque ahora si hay espacio disponible. Las dos pistas actuales no lo pueden hacer porque están pegadas, hay serio peligro de colisión. La orientación del NACM deja fuera a la ciudad, nunca más habrán de despegar y aterrizar volando sobre la Ciudad de México. Su sola construcción habrá de generar 100 mil empleos -ya genera 60 mil- y su operación dará 450 mil empleos, que creará una nueva clase media, orgullosa, en esa región hasta ahora abandonada y depauperada de la zona metropolitana. Al igual que CAPUFE, el NACM habrá de ser rentable. Solo los viajeros que habrán de pasar por él cada año, que serán millones, se encargarán de hacerlo con solo el pago de su derecho de aeropuerto. Mientras, hoy se venden bonos a la ciudadanía por decenas de millones y ésta responde y los agota. Significa qué hay confianza en la nueva economía nacional.
Es tan importante este gran detonante del desarrollo capitalino que Carlos Slim, el hombre más rico de México, lo ha calificado por su importancia estratégica y su monumentalidad, con el Canal de Panamá, en una conferencia en la que estuvo toda la prensa nacional e internacional.
Ante esto el candidato de Morena, con su ya acostumbrada falta de respeto, dijo que era Peña Nieto quien lo mandó a decir, como si este hombre, alguna vez el más rico del mundo, dueño del New York Times entre muchísimas empresas en el mundo, necesitara quien le ordene. Es su opinión, su personalísima opinión, porque es ingeniero y muy talentoso, que ve el proyecto del Nuevo Aeropuerto como viable y sumamente rentable. Ve un Nuevo Aeropuerto digno de un México Nuevo, que habrá de recibir a más millones de visitantes del mundo que quieren estar en Mexico y en sus grandes atractivos turísticos, un Mexico que quiere ser profesional en sus envíos y recepciones comerciales ante el mundo.
Hoy, México ya aprendió a ver al mundo de los tiempos del siglo XXI con ojos de dignidad y que hoy habrá de empezar a generar negocios -la infraestructura está puesta, faltará atacar a fondo la corrupción y hacer un real estado de derecho-, en todos los rublos de la economía para cumplir con las necesidades de sus habitantes. México ya entró al siglo XXI y se codea con los mejores países del Planeta.
El NACM si va a aterrizar y será un aeropuerto modelo para el Mundo.
No deseo ningún accidente como el que Cristina y yo pudimos tener sobre la Ciudad de México.
Mientras, el Tianguis Turístico lleva viento favorable en Mazatlán. Son 56 países los presentes y 37 mil reuniones de negocio, grandes números de una potencia turística mundial que ya es el sexto país más visitado del mundo, que habrá de recibir muy pronto a sus millones de habitantes en una nueva terminal aérea.
Si quiere regresar al pasado, si quiere que se destruya todo lo construido, si quiere tener precios de garantía como hace 50 años, si quiere que se fabriquen refinerías contaminantes cuando ya andan circulando automóviles eléctricos o con hidrógeno sacado del agua, si quiere que se acabe la reforma educativa, si quiere que las oficinas federales se vayan a poblar otras ciudades como se fundaron las ciudades del oeste gringo, si quiere regresar a alumbrarse con ocotes y celebrar el centenario de la independencia con chistera y alguna nueva Maria Conesa cantando una zarzuela en el teatro de Donceles, si quiere que el conocimiento sea inexistente, allá usted.
Yo, voy a votar por Meade.

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