19 de marzo de 2024

Bola rápida: La Feria

SR. LÓPEZ

La prima Mina salió con su domingo siete. Era del lado materno-toluqueño y para ellos era asunto mucho más grave que para el común de las personas en esos años de mediados del siglo pasado. En una tarde dedicada a hacer tasajo gente, platicaban varias tías sobre el sonado asunto, criticando a sus papás, por no “estar atentos”. Para mala suerte de las circunstantes, llegó tía Victoria, quien a pesar de su avanzada edad seguía oyendo bien y seguía siendo la más bien informada, claridosa y justiciera lengua de Toluca. Callaron todas al instante pero era tarde, había alcanzado a oír la temida tía: -Sigan, sigan… quiero saber por qué según ustedes lo de esa niña es culpa de sus papás –con precaución, alguna murmuró que los papás eran responsables de sus hijos (la anciana dijo que dependía de la edad de los hijos); otra, más decidida, dijo que para haber llegado a ‘eso’, la niña (?), debía haber hecho antes ‘más cosas’ (murmullo reprobatorio de las otras señoras), y que los papás debían estar enterados y evitar que pasaran ‘esas cosas’ (segundo murmullo, ahora aprobatorio). Tía Victoria las miró entrecerrando los ojos (mala señal), y arremetió: -O sea, los papás deben estar al tanto de todo lo que hacen sus hijos y responden de todo… bueno, a ver, para no sofocarlas a todas, nomás les digo que una de ustedes está muy mal por no impedir que todos los miércoles su hijita se vaya al hotel con un señor casado… y hoy es miércoles –remató y mágicamente se disolvió la reunión.

El viernes pasado un reportero preguntó a nuestro Presidente si él creía que el ex mandatario Peña Nieto había estado al tanto de la llamada Estafa Maestra, por la que Rosario Robles se encuentra en prisión. La respuesta fue:

“Todos los Presidentes saben lo que sucede, además es un sistema político presidencialista”.

Que nuestro sistema político es presidencialista es un hecho jurídico reconocido, aceptado y no significa nada feo sino que nuestro Presidente es Jefe de Estado y de gobierno, elegido por sufragio universal y no por el Poder Legislativo. Cerca de 70 países del mundo, de Afganistán a Zimbabue, pasado por los EUA, tienen sistema presidencialista.

Si los presidentes de México saben lo que sucede en el país o no, nada tiene que ver con el sistema político que rige en la república.

Lo que sí es muy interesante es la afirmación de la omnisciencia presidencial. Uno no es quién para poner en duda la palabra del Titular del Poder Ejecutivo (de este menos que de ninguno), así que habría algunas preguntas que responder, planteadas sin ánimo beligerante ni actitud fifí:

Dado que el Presidente se entera de todo, que por favor alguien nos explique la Ley Bonilla, ¿por qué la permitió?, ¿por qué no la atajó?, ¿cómo es que no se enteró que la Secretaria General de Morena desde enero, planteó la extensión de mandato en Baja California?… ¿o no se enteró?… o que nos diga por qué dijo el 12 de julio pasado (ahí véalo en La Jornada), que no supo, que no le consultaron, que hubiera dicho que no.

Dado que “todos los Presidentes saben lo que sucede” y considerando que él es Presidente, cómo es que no intervino para impedir el ‘presunto conflicto de interés’, hoy en investigación por la Secretaría de la Función Pública, de SU director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, y de SU directora del Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenegas), Elvira Daniel Kabbaz, señalados por omitir en su declaración 3de3 la existencia de empresas relacionadas con esas entidades en las que la funcionaria y los hijos de ambos son socios. Todos saben todo lo que sucede, ¿no?… pues no, parece que no.

Y de verdad no. A menos que alguien quiera pensar que nuestro Presidente estaba al tanto de los fraudes que se están cometiendo con el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, en el que empresas, asociaciones o institutos ‘patito’, se apuntan como tutores ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), inscriben chamacos a los que no capacitan ni les dan empleo temporal y en complicidad con ellos se reparten los 3,600 pesos mensuales (o sin complicidad: la necesidad apremia y de nada a algo, algo).

De la misma manera sería muy injusto sostener que nuestro Presidente, bajo la premisa de que se entera de todo, sabía que frente a las proyectadas pistas de aterrizaje del proyectado aeropuerto en Santa Lucía, hay un cerro. O que al aprobar muy entusiasmado el proyecto del Tren Maya, sabía que las comunidades indígenas se oponen a su construcción. Para ni mencionar las 40 organizaciones indígenas opuestas a la construcción de la carretera y ferrocarril  del Corredor Transístmico (del puerto de Salina Cruz, Oaxaca, al de Coatzacoalcos, Veracruz), oposición que viene de décadas atrás (la idea original fue de Benito Juárez y ni él, ni Porfirio Díaz, Echeverría y Zedillo, pudieron aunque le echaron ganas; de hecho en 1906, don Porfirio enfrentó en la región un levantamiento armado y ese señor del espadón prefirió dejar la fiesta en paz… y para que don Porfirio se rajara); bueno, pensará usted, en este caso a lo mejor sí debería estar enterado el Presidente López Obrador, digo, considerando que son unos cien años de necear con esto y que no salga… pero, según el gobierno, ya se firmó el contrato con el gobierno de Singapur para elaborar el Plan Maestro de todo el corredor. Quiero ver dijo el ciego.

Así que lo de que Peña Nieto seguro sabía de la Estafa Maestra, si es que fue una estafa, cosa que falta determinar pues hasta el momento es algo ‘sub judice’, sobre la que no hay sentencia de ningún juez y que si así fuera, faltaría saber si la trampa fue de Sedesol y Sedatu, en cuyo caso quedaría pendiente saber si doña Robles y don Peña, rascaron de esa bolsa.

Y tampoco sería correcto suponer que nuestro Presidente nombró a sabiendas como súper delegado en Jalisco a Carlos Lomelí, señalado por posible conflicto de interés en compras gubernamentales de medicamentos. El Presidente no puede estar en todo. A cualquiera le pasan una bola rápida.

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