23 de abril de 2024

¡Cualquiera es mejor!: La Feria

SR. LÓPEZ

Llamaba la atención lo feo de tío Ramiro (a) el Sapo, junto a su esposa, Carlota, tía bisabuela de este menda, de las de Autlán de la Grana, que siendo ya tan mayorcita, se le notaba lo bárbaramente bella que fue; los viejos de la familia comentaban “no tienes idea”; ha de haber sido. Ya en edad de enterarse de chismes, supo este menda que el Sapo era el tercer marido de la tía, casada primero con un tal Enrique de Guadalajara, hijo de ricos y más guapo que ella (!), pero -mala pata-, con sus mismos gustos genésicos (!!); lo dejó. El segundo fue otro guapo, hijo de exgobernador, borracho de tiempo completo que -dicen que decía ella-, ni la tocó (!!!); lo dejó, obviamente. Ya en esas, regresó a Autlán tía Carlota, como salió pero no resignada a seguir en su inmaculado estado. Pasado un tiempo puso el ojo en un arriero, domador de potros broncos, ¡el Sapo!, y después de ‘calarlo’ (!!!!), se casó con él. Decía la abuela Elena: -De tan harta, exageró el remedio -se entiende.

Antier por la noche supo el país que Rosario Robles se suma a las filas de los testigos ‘le-firmo-lo-que-quiera’, para que el gobierno federal, vía Fiscalía General, no la enchiquere el resto de sus días. Ayer, la prensa nacional se puso como perrito de departamento que llevan al parque. ¡Qué juerga de ‘análisis’!

No es uno quien para juzgar si hace bien o mal doña Robles. No es fácil quedarse en la cárcel por gusto. Y menos fácil es aceptar que los compañeros de lances se den la vida padre mientras uno recibe servicio ‘all inclusive’ en un penal.

Es oportuno recordar que el asunto de doña Chayito, el de la ‘Estafa Maestra’, no lo destapó la 4T, sino en pleno sexenio anterior, la Cámara de Diputados, vía la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en sus informes de 2013 y 2014, que llegaron a la prensa y se desató el escándalo. Y no sobra mencionar que en la transformada ASF actual, el asunto se les adormeció, por decir lo menos.

Otra arista de esto es que para el ciudadano nivel banqueta, eso de los ‘testigos colaboradores’ ya es chacota. El regreso de España con banda de viento, de Lozoya, reventó la burbuja de esperanza de que ahora sí iba en serio lo de barrer la escalera. Lozoya no pisó la cárcel y no se ven efectos de su ‘colaboración’. Injusto o no, los del peladaje lo vemos como una novísima variante de la impunidad, del ajuste de cuentas políticas de siempre. Otros que le saben a lo del derecho y la justicia, dudan sobre las bondades de eso de los ‘testigos colaboradores’: no es difícil encontrar presos dispuestos a todo con tal de salir libres o reducir sustanciosamente sus problemas.

Como sea, este asunto si fuera cierto solo en parte, mandaría a muchos a la cárcel, tantos, que es casi imposible. Están enredados en los contratos aparentemente fraudulentos para ordeñar al erario, funcionarios de dos secretarías de estado, de universidades, institutos, sistemas de radio, televisión y comunicación social, de Chiapas, el Estado de México, Morelos, Hidalgo, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Tlaxcala y Zacatecas. Parte central del chisme es que esa carretada de dinero la usó el gobierno federal de entonces para financiar campañas electorales… bueno, menos lo que le hayan pellizcado, si todo es cierto, que no es imposible sea.

En medio de este febril banquete de especulaciones, nadie aparte del Fiscal General sabe qué es verdad y parece que nadie se da cuenta de un efecto colateral: el hartazgo de la gente.

Tanto hablar de combate a la corrupción, tanto asegurar que se acabó la corrupción, tanta seguridad afirmando que ya sin corrupción habría 500 mil millones de pesos extras, disponibles para el gasto público… y explicar que por la corrupción se dejaron de comprar medicamentos, se cerraron guarderías, se cancelaron casas refugio para mujeres violentadas, fideicomisos federales, el aeropuerto de Texcoco; y por lo mismo, por el combate a la corrupción, las compras y contrataciones del gobierno se concentraron en la Oficialía Mayor de Hacienda, que asigna directamente la mayoría. Mal.

El tenochca simplex entre rumores y sospechas, como es propio de todo país con administración pública opaca, ratifica la conveniencia de no creer en nada y considera que otra vez vemos la misma película, con otros actores, diferente vestuario y escenografía, pero el mismo guión. Tal vez no sea acertado, será injusto, pero fanáticos de la 4T aparte, la ciudadanía decepcionada, se harta y el hartazgo deriva de la indiferencia colectiva a las acciones desesperadas… o algo peor que explica el incremento de linchamientos.

La masiva indiferencia política que campeó en México buena parte del siglo XX, fue a resultas del acaparamiento del poder del PRI imperial que a cambió ofreció indiscutibles mejoras en seguridad, salud, educación, economía y la creación y consolidación de instituciones de gobierno que, mal que bien, funcionaban en beneficio de amplios sectores. El hartazgo apareció por la acumulación de pifias y la perpetuación en el poder. Fox resultó el ganancioso.

La absurda expectativa de que echar al PRI equivalía a beneficio nacional e individual, se diluyó por incapacidad del gobierno de satisfacer tan estrafalaria aspiración y por falta de ciudadanía actuante y participativa, el peor saldo de nuestro siglo XX. Debidamente frustrado el electorado, harto, como medida desesperada, regresó al PRI: mayor chasco.

Esa sociedad harta y desesperada dio al menos 13 millones de votos extra al actual Presidente. Aun manteniendo como fieles seguidores del Presidente a los más de 30 millones que votaron por él, no se puede menospreciar el peso de los 69 millones que no lo eligieron. Este gobierno en menos de dos años ya agotó o está cerca de agotar la confianza de la gente. Predicar sin resultados, inflar escándalos como distractores sin desenlace, y prometer un futuro sin presente, aumenta el hartazgo, hace impredecible el rumbo y puede causar en el mejor caso un linchamiento electoral, al grito de ¡cualquiera es mejor!

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