28 de marzo de 2024

Doble moral: La Feria

SR. LÓPEZ

Tía Magda (de las materno toluqueñas), era un señora sesentona y de gran tonelaje, de la que decían los viejos, de joven había sido una varita de nardo y muy guapa. No se le notaba. Lo que sí era notorio era que se hablara de futbol, concina o mariachis, ella acomodaba la conversación para propinar un trancazo de moralina a los presentes. Era su tema favorito: la moral en todas sus presentaciones y sin decirlo, estaba claro que en moral, era campeona. Una tarde se comentaba con discreción el ‘mal paso’ de una prima (Olga, sobrina-nieta de ella), y tía Magda la dejó como en trompo para tacos al pastor: tiras la hizo. Para su mala suerte, llegó tía Victoria (la lengua más temible y veraz del Estado de México en esos ayeres), cuya favorita era Olguita (su sobrina-bisnieta), y mirándola con desprecio interrumpió el despellejamiento verbal que hacia la otra: -Magda, Magda… deja ya a esa niña y cuéntanos cómo siendo tú tan moral, tu difunto esposo fue tan cornudo… y si quieres te digo con quiénes, porque no te bastó uno… Magda, eres tan moral que tienes doble moral –soponcio, sofocos, indignado retiro de la desfalleciente tía Magda. Luego el impresentable primo Pepe, ratificó a este menda la veracidad del dicho de la queridísima tía Victoria.

Particularmente en política es importante el correcto uso de las palabras. Quien se dedica a la contemplación de la pantalla del televisor, a la lectura de revistas culturales como TV y Novelas o a la ciencia de hacer lucir el tiempo perdido, puede hablar como le venga en gana: sus dichos no alteran ni trastocan nada. Es una nulidad. Pero en el caso de un médico, un abogado, un ingeniero o un maestro, confundir las palabras o usarlas con un significado personal, distinto al comúnmente aceptado, puede causar tragedias o cuando menos, daños de larga duración (imagine al médico diciendo ‘tiene usted cáncer’, en vez de ‘pie de atleta’; al abogado confundiendo tipos penales; al ingeniero recomendando una mano de pintura en vez de reforzar las columnas… o a un maestro enseñando con un vocabulario propio: pobres alumnos).

La profesión (¿oficio?) en que tal vez sea más importante (es), el correcto uso de las palabras en su verdadero sentido, es la política: las consecuencias impactan a la sociedad, a parte de la sociedad.

Muy ligeramente y sin mayores explicaciones hay quienes se autodefinen de ‘izquierda’ y no tienen noticia de que el término aplica para un amplísimo espectro de ideologías políticas (hay socialismo cristiano; socialismo corporativo; socialismo árabe; laborismo; socialismo libertario; economía de mercado socialista; socialismo sionista; socialdemocracia; socialismo marxista; socialismo con rostro humano… otros y el nacionalsocialismo, el de Hitler y compañía).

Nuestro actual gobierno federal se autodefine como ‘socialista’. El partido en el poder, Morena (que algún día será partido, hoy no), defiende con pasión de conversos, los siguientes puntos: la revolución de las conciencias y un pensamiento crítico y solidario; una nueva corriente de pensamiento (¿basta que sea nueva?… bueno, puede ser la Filosofía Chespirito… novísima); ética republicana y contra la corrupción; democracia al servicio del pueblo, la nación y contra el autoritarismo; defensa de la soberanía nacional, la independencia y contra el entreguismo; nación pluricultural y el respecto a los pueblo indígenas; democratización y el acceso a los medios de comunicación masiva; un nuevo modelo económico (“Nuestro proyecto busca impulsar el desarrollo a través de las iniciativas privada y social, promoviendo la competencia, pero ejerciendo la responsabilidad del Estado en las actividades estratégicas reservadas por la Constitución, en la planeación del desarrollo y como garante de los derechos sociales”); Estado promotor de la economía; cumplir y ampliar los derechos humanos; respeto a los derechos sociales y contra la violencia; rescate al campo y por la soberanía alimentaria.

Como ve usted, todos esos puntos podría suscribirlos el PAN, el PRI, cualquier partido (aplican restricciones, el Verde, no, buscar en Área Infantil). Nadie en sus cabales se podría oponer a nada de eso. O sea: no se han definido ni se distinguen de nadie.

Otro rasgo característico de Morena es su machaconería en el uso de la palabra ‘moral’ y eso es algo que merece comentarse: si un profesional de la política confunde la moral (que es la costumbre, lo que la gente acepta como correcto o incorrecto, por lo que sea, tenga o no razón), con la ética (que es resultado de un razonamiento que se puede concretar en leyes, como suele suceder), si confunde eso, ya empezamos mal. La moral no es asunto de la política. La ética sí. Y habitualmente, los políticos, para que no se les bata el arroz, se sujetan al respeto a la ley, sin darse de topes con la moral de cada sector social (además: al hacer leyes se toman en cuenta las costumbres en todo aquello que no sea irracional; por eso es tan delicado legislar sobre temas tan delicados como el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, porque la colectividad puede brincar si siente que se afectan sus creencias, sus costumbres).

Además, no es prudente que un político hable y hable de moral (hasta ‘Economía moral’, si lo puede creer), porque no es tan fácil pasar el tamiz de la moral (¿la de quién?, además). Y si de moral estamos hablando, bien podríamos revisar algunos actos puramente pragmáticos (y algunos caprichosos), de nuestras actuales autoridades, de muy dudosa moralidad: cancelar una obra de infraestructura de la mayor importancia (aeropuerto de Texcoco), con fundamento en una ‘consulta popular’, ilegal, sesgada y muy minoritaria, por ejemplo; o nombrar candidato a Gobernador de Baja California, a un señor (Bonilla Valdez), cuya ciudadanía está seriamente en entredicho y que públicamente ha pertenecido más años al Partido Republicano de los EUA, que al PT y ahora, a Morena.

Sí, tanta moral, alcanza para el doble y acabar teniendo doble moral.

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