23 de abril de 2024

El tiempo corre: La Feria

SR. LÓPEZ

La familia materno-toluqueña de este menda, esos que ya sabe usted, los que vivían aferrados a las más rancias tradiciones del siglo XIX y practicaban un catolicismo que hubiera escandalizado a Torquemada, muy ocasionalmente solicitaba la intervención de don Víctor, progenitor de este López, muy rara vez, y se sabía que si le pedían ayuda, se trataba de algo gordo, para lo que fuera indispensable el criterio moral neutro (riguroso pero laico 100% proof), de él, y la aplicación de medidas cautelares o correctivas, para las que fuera aconsejable tener (como él tenía), clara inteligencia muy por arriba del promedio (muy), la determinación de un cosaco entrando en batalla, la fuerza de un orangután y los nervios muy templados, porque López Sr. no parpadeaba ni ante los cañones de una escopeta cuata a un palmo de la cara (su cara).

Si lo llamaban, se sabía que había pasado algo grave, unos ejemplos, así, al azar: rescató sin procedimientos judiciales a un tío preso en un pueblo de Tlaxcala… decían que hubo balazos, no es cierto; sí hubo descalabrados y unos cuantos fracturados de mandíbula, costillar y manos, pero nada grave. Localizó y devolvió al seno de su santo hogar a una prima de la que no les voy a dar más datos, pero el novio la tenía trabajando en un centro de esparcimiento masculino en el Puerto de Veracruz… del “novio”, no se supo más, había varias versiones, la verdad la conoce este su texto servidor pero se lleva el secreto a la tumba. Otra vez, sin el alta médica correspondiente -a punta de pistola-, sacó de un manicomio a la esposa -que no estaba loca-, de un señor que da pena contar quién fue, pero cambió de residencia, de continente y de nombre -más seguro, más ‘marrao’-, y el médico abandonó la profesión. Y cositas así, como ir a visitar a un prestamista, que tenía al borde de perder sus propiedades a tía Alma, que padecía demencia senil y -primer caso en la Historia Mundial de la Usura-, acompañado por don Víctor fue al Juzgado el canalla, a darse por pagado, devolvió lo que había cobrado de más y una cantidad adicional “por las molestias”).

No le agradaban esas gestiones a López papá, pero no se negaba. Y así, la vez que lo hicieron ir a Toluca a ver a ver a tía Rosita, venerada por todos (la que murió a los 117 de edad), se quedó muy preocupada doña Yolita, pues, si le pedían a su marido ayuda para tía Rosita, no concebía que esa vieja santa, tuviera un problema que requiriera la intervención siempre eficaz, decidida y fulminante de su esposo, mismo que regresó bravísimo, porque tía Rosita había visto ya dos veces cucarachas en su cocina y quería que la aconsejara… y ¡oiga usted!, nadie moviliza un buque de guerra contra una trajinera en Xochimilco. ¡Humo le salía por las orejas!

Usted y su texto servidor, por mal informados que estemos, tenemos una idea de cuáles son los asuntos más graves de este país… y los de la CdMx, que tiene más problemas que un judío alojado en 1940, en Auschwitz (aunque don Mancera, Marcelotzin Ebrard y compañeros de andanzas, estén tan tranquilos de conciencia y sin despeinarse). Bueno, pues ahora resulta que la jefa de Gobierno de la capital de México, Claudia Sheinbaum, ha implementado una medida que debe tener una enorme importancia, como para ocupar su tiempo en ello: a partir de este lunes, los estudiantes de primaria y secundaria de la capital del país, podrán usar “uniforme neutro escolar” para ir a la escuela, por lo que si las niñas quieren ir al colegio con pantalón y los niños con falda, pueden hacerlo. Según doña Sheinbaum, el uso obligatorio de prendas de vestir según el género pasó a la historia. (¿Neutro?… eso no es “neutro”, señora Claudia… en fin: no es importante, de veras: nada importante).

Ya se imaginará el escandalazo que para algunos tenochcas simplex del Altiplano significa semejante cosa, siendo ese el efecto deseado: distraer la atención con una babosada, mientras la Ciudad hierve en problemas de poner los pelos de punta a Drácula.

Doña Sheinbaum puso en Facebook: “Dimos hoy la libertad para que las niñas puedan usar pantalón como parte de su uniforme escolar. Antes era obligatoria la falda. Estamos en el siglo XXI”. Literalmente, el parto de los montes. Las niñas y los niños seguirán vistiendo como les digan sus papás y que les den las sales a los de la  Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), para que vuelvan en sí: no pasa nada. Los que son, son, con y sin faldas, con y sin pantalones.

Lo risible es que la autoridad de la capital del país crea que ha marcado su impronta en la Historia grande con semejante vacilada, cuando la capital nacional está al borde  del desorden social (¡ah! y nuestro Presidente se negó a opinar, claro).

Señores sin ninguna duda sobre su sexualidad (la que sea, en su recámara muy dueños son), usan faldas desde siempre en este planeta. Para abrir boca, los sacerdotes católicos andan muy orondos con sus sotanas (algunos se las mandan hacer con mucho vuelo, digo, cada quien); pero se rasuran al descañone y nadie piensa que son señoras.

En muchas partes, los hombres visten faldas, sin recato ni pena: en Escocia, los “kilts”, que son unas faldas muy coquetas, las usan los caballeros y militares; en la India, los “dhoti”;  en Japón, “kimono” y “yukata”; en Grecia, “fustanela”; en Malasia e Indonesia, el “sarong”; en el norte de África, el “djellaba”. Los gauchos, el “chiripá”; los guambianos en Colombia, el “anaco”… y muchos más, sin dejar de mencionar que hace ya mucho, las mujeres usan pantalones sin dejar de verse estupendas.

Dicho eso: dar trascendencia a esta medida adoptada sin consultar a la gente, que sus costumbres tiene, parece, lo menos, una frivolidad. Y aparte, será muy interesante ver quiénes del vecindario, deciden llevar a sus niños varones de falda a la escuela, a aguantarles la boca a sus compañeritos.

Por lo visto, la 4T incluye más de lo que pensamos y parece creen que el hábito hace al monje.

Les falta tanto, van tan a trompicones… y el tiempo corre.

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La Feria: Perder el país

Sr. LópezContaba la abuela Elena que allá a principios del siglo pasado, en Autlán, una prima suya, Lucrecia, se puso necia en casarse con un