24 de abril de 2024

Inútil y despiadado: La Feria

SR. LÓPEZ

Cuando este menda cruzaba las procelosas aguas de su adolescencia, pensaba con inmaduro rigor que su familia era una banda de hipócritas, pues gracias al impresentable primo Pepe, siete años mayor que este López, se enteró de algunos trapitos sucios de los que jamás se hablaba. Ya luego, menos tarugo, empezó a entender que era válido el principio tan repetido cuándo trataba de confirmar con los mayores, los dichos del Pepe: “de esas cosas no se habla”… y sí, ¿cómo para qué hablar de lo que no tenía remedio ni honraba?: la tía que no era monja de clausura en un convento de Carmelitas Descalzas en España, sino dueña de un burdel en Tlaxcala; el primo que no se fue de voluntario y murió en la Guerra de Corea, sino que purgaba 40 añitos de cárcel por una cosa que hizo y no le pienso contar; que tío Emiliano jamás enviudó y luego se casó con su cuñada para que le ayudara a criar a sus cinco hijitos, sino que su esposa lo dejó con todo y prole cuando supo que su hermanita y su esposito, le ponían cuernos hacía mucho… a ver, ¿para qué se iba a hablar de esas cosas?

En los países lo mismo. Hay cosas que ya no tienen remedio y si pueden, no las consignan en su historia y si no se puede, se mencionan rapidito, por encimita. Ejemplos sobran:

Brasil, Argentina y el Uruguay, no andan papaloteando las que le hicieron a Paraguay (Guerra de la Triple Alianza, alentada por la Pérfida Albión, Inglaterra, pues), de fines de 1864 a marzo de 1870, que prácticamente desapareció la población masculina del Paraguay (se estima la muerte del 90% de los varones y del 60% de la población general), Paraguay además, perdió territorio. De esas cosas no se habla (y la iglesia católica menos menciona qué autorizó para que repoblaran su país los inmensamente heroicos paraguayos).

Francia pasa caminando como sobre brasas ardiendo, al tratar el penoso asunto de su desempeño durante la Segunda Guerra Mundial. La orgullosa Francia combatió contra Alemania en defensa de su territorio… seis semanas (10 de mayo a 25 de junio de 1940); capituló, estableció un gobierno colaboracionista en Vichy (que colaborada con los nazis), y nombró primer Ministro al mariscal Philippe Pétain. Y hasta 1995, contra la oposición rotunda de no pocos (más bien muchos), políticos del calibre de François Mitterrand, Francia en voz de su entonces primer Ministro Jacques Chirac aceptó oficialmente que detuvo y deportó masivamente a los judíos de su territorio. Se derrumbó la leyenda de  una “resistencia” que sí existió, pero muy apenas, cuando la verdad es que en Francia en general y en París en particular, los alemanes se la pasaron bomba (y las dueñas y burdeles de toda calidad, preferían atender clientela teutona… eran más educados y limpios, decían las señoras). Francia no anda contando esas cosas… ni ha devuelto todos los bienes que decomisaron a los judíos, por cierto.

Los gloriosos países aliados en contra del régimen del infame Hitler, la infinitamente heroica Rusia, los británicos, los yanquis y otros, tampoco andan contando qué hicieron en Alemania ya derrotada (entre otras cosas, por poner un ejemplo, se estima que entre el 80 y el 90% de las mujeres alemanas fueron violadas… no se tienen datos firmes; y durante largos años, a los niños alemanes, los obligaban a ver las filmaciones de los horrores del Holocausto, de las escenas de espanto grabadas en los campos de concentración). Se corre un tupido velo y… ya ni remedio.

Los defensores universales de la democracia, la ley y los derechos intocables de la ciudadanía, ¡sí, señor!, los EUA, no hacen películas ni series de tele, contando las muchas que han hecho fuera de su territorio… ni las que también han hecho dentro; por ejemplo, nomás por no dejar, el “experimento Tuskegee”, realizado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos de 1932 a 1972 (¡40 años!), en la población del estado de Alabama que lleva ese nombre, consistente en observar la progresión de la sífilis en 399 agricultores negros (afrodescendientes, se dice), sin tratarlos con penicilina (y diciéndoles que no la usaran), digo, para checar bien si hacía daño y cuánto. Se descubrió por una filtración a la prensa. Se armó el escándalo… y usted disculpe. Está bien… lo peor fue cuando se supo que a ciencia y paciencia del gobierno de Guatemala, hicieron lo mismo pero peor, de 1946 a 1948, pues sin consentimiento ni conocimiento, inocularon la sífilis a 696 guatemaltecos, digo, todo en nombre de la ciencia (se disculparon oficialmente el 1 de octubre de 2010; en Guatemala están que trinan… no se ha pagado, que se sepa, una sola reparación… ya se disculparon).

En México no cantamos mal las rancheras. Por supuesto tenemos páginas muy negras en nuestra historia (la persecución y exterminio de los chinos, en tiempos de la Revolución, por ejemplo).

Es así nuestra especie, así vamos saliendo los humanos de la caverna: de muy bestias a bestias, a un tercio de bestias, a medio bestias, a un poco bestias… toda nuestra especie así funciona. Por eso importa que las cosas se sepan y se vayan corrigiendo.

La historia no se escribe para calificar ni reprobar, es para registrar (de hecho de ahí viene la palabra, del griego ‘investigar’, que pasó al latín como ‘historia’, al castellano con ‘estoria’, nomás por mal oído de los iberos, pero ya decimos bien: ‘historia’).

Pero importa mucho sí saber. Los desaparecidos y los desplazados; los secuestrados y asesinados; toda la larga y fétida cauda de nuestra mexicanísima historia reciente, no puede pasarse por alto, a menos que no nos importe que siga la mata dando.

¡Ah! y por cierto, politizar tales barbaridades es inútil, lo que urge es investigar, hacer justicia, reparar lo reparable, aceptar lo irreparable, registrarlo… repetir que “es la peor herencia que nos dejaron los gobiernos anteriores”, como insiste nuestro Presidente, es suponer que no habrá -y habrá-, barbaridades durante su mandato… y para las víctimas y sus deudos, sí, con la pena, es inútil y despiadado.

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