28 de marzo de 2024

La Feria: Por amor al arte

Sr. López

Tío Quico era chaparrín, gordito, simpático y buena persona. También era el hombre más mentiroso de la capital del país… bueno, del país. Lo bueno es que sus mentiras no hacían daño a nadie, eran cosas como decir que él le había dado la idea de la expropiación petrolera a Cárdenas o que había sido el primer novio de María Félix, allá en Guadalajara, antes que le diera por la “artisteada”; mentiras blancas, pero puras mentiras, de manera que nadie lo tomaba en serio, nunca, en nada, y a los niños de la familia nos divertía mucho oírle asegurar que los Santos reyes dormían en su casa el 5 de enero para luego salir a repartir regalos. Por eso murió, porque el día que en una fiesta, estuvo diciendo que le dolía muy fuerte el pecho, ni quien le hiciera caso (y luego el médico dictaminó que había sido un infarto de Medalla, Diploma y Mención de Honor). Pobre tío Quico.

Ayer, un diario de circulación nacional (el Reforma, nomás no lo ande contando), puso en su primera plana y como nota más destacada en su portal digital, la siguiente información: “Si hoy fuera la elección para Presidente, ¿por quién votaría?”… y a continuación los siguientes resultados: AMLO, 48%; Ricardo Anaya, 26%; José Antonio Meade, 18%; Margarita Zavala, 5%; Jaime Rodríguez, “El Bronco”, 3% (estos últimos dos, con letra chiquita… sí, qué pena su caso).

El mismo día, otro diario (La Razón de México), también en primera plana, publicó lo siguiente: AMLO, 33%; Meade, 25%; Anaya, 23% (doña Zavala, 3%; el Bronco, 1%; aún no sabe por quién votar, 12%; anulará la boleta, 3%). Añade que entre los indecisos, la preferencia es: Meade, 36%; Anaya, 29%; AMLO, 15%; doña Zavala, 3%; Bronco, 1%; y un 16% dijo seguir indeciso (¡hay gente necia!).

O sea: según el Reforma, Meade ya podría ahorrarse el gasto (de plano, como para qué seguir la campaña). Y según La Razón, con margen de error y sumando indecisos: el Pejesús Redentor y Meade, están empatados.

¿A quién creerle?… El diario Reforma es un medio serio y de prestigio… sin duda, pero esto de las encuestas como que no se les da. Nomás recuerde que el 16 de marzo de 2006, publicaron que el Peje tenía el 41% de preferencia electoral y don Calderón, el 31%; bueno, cualquiera se equivoca (y para esa elección publicaron nueve encuestas: en tres don Calderón ganaba, en seis, el santo Peje de Macuspana). Ese año, muy presente tengo yo, se publicaron 34 encuestas, todas de empresas muy decentitas, que daban por seguro ganador al Pejehová Tonante de entonces, hoy Pejesús Amorosito. No se equivocó nada más el Reforma, no,  esto de los desaciertos demoscópicos en esta tierra de hombres cabales, es plaga.

¿A quién creerle?… a ninguno. El electorado tenochca ha dado prueba sobrada de que las encuestas le vienen guangas, no lo influyen porque no lee (aplican restricciones), y hace lo que le pega la gana en la casilla a la hora de tachar su boleta, aparte de que los mapaches nacionales duermen con un ojo abierto (y eso no se cuenta, pero cuenta… por ahí del 3 ó 4%, a veces más).

Aunque sea políticamente incorrectísimo decirlo, en este nuestro risueño país, las encuestan son un ejercicio inútil. Hay varias razones. Una es que el encuestado que dice la verdad es una rareza (aparte de que pocos ciudadanos tienen la cachaza de soltar: -¡Le voy al PRI!… ¿y qué? –es como irle al América y decirlo, no señor, se lleva como un lunar). Otra es que el encuestado no tenga la menor idea de lo que le preguntan y haga como que sabe del tema (primero muerto que hacer el ridículo, podría ser la divisa nacional… por algo los que dejan de responder la encuesta, son por ahí del 35%, se aburren, se cansan, no le encuentran el chiste… dejan de responder; pero no dicen: no sé de política, mi opinión carece de valor).

Y también, no se aflija, pero en nuestro jaranero país, no siempre, no todas, pero no pocas y no raras veces, las encuestas dan los resultados que el cliente pide. Sí, la encuesta es del que la paga (“la tierra es del que la trabaja”, no es cierto, esto sí): son cataratas de dinero lo que se gasta en las campañas presidenciales: ni modo de salirle con domingo siete al cliente: -Pues, mi estimado, está usted en la olla, lo mejor es que abandone la campaña, usted no va a ser Presidente ni haciendo novenas a San Judas Tadeo, dedique su tiempo a algo útil, aprenda repostería danesa, haga macramé, crucigramas en alemán… lo que sea, pero no haga el ridículo -que eso hicieron doña Paty Mercado en el 2006, con su 2.6% de votos, y don Quadri con su 2.29% en la elección del 2012… arde.

Si le sirve de consuelo lo mismo pasa en otras latitudes. En la elección del Trump, quedaron como pollo olvidado en el rosticero los más afamados encuestadores yanquis. Cuando lo del “Brexit”, en la Gran Bretaña, lo mismo: según las encuestas, en el referéndum de 2016, la gente iba a votar porque su país continuara dentro de la Unión Europea, y ganó el “NO”, a pesar de estar advertidos los flemáticos británicos de las consecuencias terribles que eso les iba a acarrear y les acarreó; solo un ejemplo: el rendimiento de los bonos británicos cayó abajo del mínimo registrado ¡en 1703!

Hay quien piensa en poner leyes más estrictas en México, para que las encuestas arrojen resultados más serios. No. Con leyes eso no se arregla, porque por bien hecha que esté una encuesta, la gente dice lo que se le ocurre, lo que le da la gana y luego vota de otro modo… o no vota.

La única solución verdadera es impracticable: prohibir la publicación de encuestas. Y es imposible, porque se mete uno con el derecho a la información, la libre expresión y zarandajas varias.

Entonces lo que tal vez se podría hacer, sería disminuir un 98% el financiamiento público a las campañas y partidos (y prohibirles recibir aportaciones privadas). Sí, los que dedican su vida a la política, que lo hagan solo por amor al arte.

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