28 de marzo de 2024

La Feria: Circo, Morena y teatro

Sr. López

No sé en su caso, pero en el centro de adiestramiento y doma de este menda (otros niños le decían “casa”), cuando a los de tropa nos llamaban los oficiales del campo (los demás niños les decían “papás”), para pedirnos opinión, temblaba uno: se armaba la marimorena (una gran bronca si usted es muy joven y no lo había leído antes), si no atinaba a lo que ya tenían decidido (cine, tacos o día de campo; Acapulco, Veracruz o Puebla; y cosas así)… hasta que una vez, el mayor de la prole dijo muy serio; -Si preguntan, se aguantan –y se cancelaron por siempre las consultas. Mejor.
Como vamos a estrenar país (cuarta transformación), aceptemos lo de las consultas populares (¡vinculantes!). Para abrir boca, lo del principal aeropuerto del país. Sí y que voten en Tepehuanes (Sierra Madre Occidental), y Guadalajara; en Monterrey, Puebla, Aguascalientes y Querétaro, igual que en Cochoapa el Grande, Metlatónoc (región de La Montaña, Guerrero), y en Moyahua, Zacatecas. Todos somos pueblo.
Y para que la cosa sea pareja: que se someta a consulta popular (¡vinculante!), si se tira a la basura la reforma educativa, la beca a ninis, el perdón a delincuentes, la amnistía a corruptos, regar por todo el país las oficinas federales, reducir el IVA en la frontera norte (a ver qué opinan en la frontera sur)… y lo mero principal: el Tren Maya, porque también va a costar un ojo de la cara.
Sí, todo a consulta en apego al onceavo mandamiento de la Ley Morena, que AMLO con paciencia y pedagogía de santo nos explicó el 23 de julio pasado: “(…) para no equivocarnos, lo mejor es preguntar. La tónica del nuevo gobierno va a ser consultar, preguntar, porque el pueblo es sabio (…)”; o en enero cuando justificó la selección del Cuau Blanco como candidato a gobernador de Morelos: “El pueblo es sabio, sabe lo que le conviene (…) Se equivocan menos los ciudadanos que los políticos. El pueblo tiene un instinto certero, es sabio. La democracia es el poder del pueblo. En la democracia es el pueblo el que manda, el que decide”.
O sea, por si se distrajo: somos sabios, tenemos un instinto certero, nosotros decidimos, nosotros mandamos. Entonces por qué no nos va a consultar todo, ¿por qué el aeropuerto sí y el tren no?… se entiende que el Catecismo Nacional -la Constitución Moral-, no, que es asunto muy de él, que la hará para señalarnos el camino del bien. Pero lo que vamos a acabar pagando entre todos, eso sí que nos lo consulte. Digo.
O que nos expliquen cómo va a estar la cosa de aquí al 30 de septiembre de 2024, cuando AMLO deje ser presidente, a las doce de la noche de ese día (sí, lamento ser portador de tan mala noticia, pero AMLO no nos durará para siempre… contrólese, ni modo, lo entiendo, hay golpes que la vida da sin compasión).
Y aparte de explicarnos qué cosas se someten a consulta popular de todos nosotros los del peladaje, y que cosas no, porque no nos toca y porque no quiere él, que para eso sabe lo que nos hace bien y lo que nos afloja la barriga, sería buenísimo que se integrara una comisión de entre sus cercanos y conocidos, para redactar (les da tiempo de aquí al 1 de diciembre), un glosario de equivalencias del idioma de AMLO al español, para que nos entendamos. Unas sugerencias de buena fe:
Para empezar, el significado en su lengua de “bancarrota” (que ya vimos no tiene nada que ver con quiebra o insolvencia: cero relación con economía y finanzas y más bien al parecer, según el académico de la lengua tabasqueña, don Monreal, es sinónimo de grave riesgo); “fifí” (que es de sus insultos favoritos y lo asesta igual a la prensa que no aplaude que a organismos como el Instituto de Transparencia, que según él es “burocracia fifí”); “solovino” (vocablo que aplica cariñosamente a los que lo apoyan, seguramente sin saber que para el tenochca simplex, “solovino” es perro, pero no cualquier perro sino el callejero que se queda con el que le da de comer y llegó solo, solo vino… solovino ¡ay, qué ingenio!); “moña” (que en el diccionario es juguete con forma de mujer y otras cosas que no cuadran con el tuitazo del 22 de agosto del año pasado: “A los de la mafia del poder se les acabó el brazo, ya sólo tiran saliva y ‘moña’”); “chachalaca” (que tres cuartos de país no saben qué es, ni conocen ese pajarraco); y “camaján” (palabra esta de origen cubano-colombiano sin aplicación a política, economía ni periodismo, y no sabe uno si insultó, floreó, albureó o nomás lo dijo por caer bien, que no cayó por no callar).
Ojalá y los morenistas no echen en saco roto esta propuesta de buena fe: vieran qué bueno es que el pueblo sabio y el Presidente, hablen el mismo idioma. Y muy práctico.
Por supuesto y además, está urgiendo que los señores legisladores de Morena & Asociados, S. de R.L. (Responsabilidad Limitada, eso sí), modifiquen algunas leyes:
Primero la que norma la celebración de consultas populares, para que sirvan de escapatoria de las obligaciones que debe asumir el gobierno y cuando menos la del aeropuerto, no sea una violación en la vía pública a plena luz del día (digo, si de por sí está feo hacer semejante cosa, que no sea a la vista de todo mundo), pues como está la ley, don Jiménez Espriú tendría que esperarse hasta el año 2021 para celebrar su consulta ciudadana, popular, general, o como la quiera llamar, aprobada antes por el Congreso y calificada por la Suprema Corte; y también hay que cambiar la ley que rige al Banco de México -BM-, para que tan seria y noble institución sí sea responsable entre 2018 y 2024, de lo que salga mal de las finanzas nacionales como ya predijo AMLO… y está urgiendo, repito, porque el BM, con lo que ahora hace según la ley, ni de lejos es responsable de nuestra economía, pero como es autónomo y no es dependencia ni entidad del Poder Ejecutivo, pues está bueno que sea el culpable designado.
Va a estar divertido el vacilón, seis años de atracciones para todo público. Ya lo dijo ayer el gran cartonista de El Universal, Luis Carreño: “Circo, Morena y teatro”.

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