28 de marzo de 2024

La Feria: Generosote

Sr. López

Algo le he comentado de la prima Guille, señorita muy decente, simpática y delgadita ella (cuerpo de manguera), no agraciada de cara, que constituía una invitación formal al celibato perpetuo para todo varón heterosexual (nunca tuvo novio, ni uno… a la fecha, que vive y goza de cabal salud). Bien. Su mamá (tía Elenita), cuando la Guille era chiquita, siempre que iba a  alguna fiesta o festival escolar, le decía que había sido (“sin-la-menor-duda”), la más bonita de todas. Ya en Secundaria la prima Guille le decía: -No me digas nada, mamá… no me digas nada –tenía razón.

Ayer, un día después del debate de candidatos presidenciales, los seguidores de cada uno se pusieron como tía Elenita. Todos ganaron. Y la prensa nacional presentó encuestas y sondeos al gusto de cualquiera. El que en un periódico quedó en último lugar, en otro salió campeón. A todo dar. Parece que ninguno se ha enterado que los resultados de los debates, poco -nada- tienen que ver con los resultados de los comicios (pero se ha de sentir rebonito ganar, aunque sea una discusión).

Abruma a este López que -quien más, quien menos-, hayan hecho gala de poco rigor intelectual, si no es que de grave ignorancia, en asuntos que por ingenuidad cívica, supone deben conocer al dedillo personas que aspiran a despachar en Palacio Nacional.

Un ejemplo: estuvieron dale y dale preguntándole al Pejehová (en su insoportable y socarrona versión actual de Pejesús Amorosito), que si iba a dar amnistía a los de la delincuencia organizada, que si iba a sacar de la cárcel a los criminales, como queriéndolo oír decir algo así como: -Sí, soy un canalla, voy a perdonar a cuanto delincuente esté preso sea cual sea la barbaridad por la que haya sido condenado –y no, el Peje, tonto no es y aparte, debe haber tomado unos cinco litros de tecito de tila antes del debate, porque de plano, con nada brincó (y por eso salió pitando, sin despedirse de nadie, rumbo al baño más cercano, hay que entender).

Lo que asombra es que ninguno de los ahí presentes (incluidos los moderadores), le haya hecho saber que el Presidente de la república carece de facultades para otorgar amnistías. ¿Quiere usted otorgar amnistías a los integrantes de la delincuencia organizada, después de consultar a las víctimas y al pueblo bueno, en un afán sincero de pacificar el país? (a eso hubiera tenido que responder que sí); ¿sabe usted que no es facultad del Presidente otorgar amnistías?… ¿o va usted a sustituir al Congreso?

Esto según el Código Penal (“artículo 92: La amnistía extingue la acción penal y las sanciones impuestas, excepto la reparación del daño, en los términos de la ley que se dictare concediéndola, y si no se expresaren, se entenderá que la acción penal y las sanciones impuestas se extinguen con todos sus efectos, con relación a todos los responsables del delito”)… y eso de “en los términos de la ley que se dictare”, es cosa del Congreso, no del Presidente, que solo promulga la ley que al efecto haya aprobado el Legislativo (y, ojo: no extingue la reparación del daño).

La amnistía (que viene de amnesia, de olvidar), suele otorgarse por delitos de orden político o para revolucionarios o guerrilleros (de hecho, la última que se ha emitido, si no está mal informado el del teclado, es la que se decretó el 18 de mayo de 1976, para los encarcelados por sedición e invitación a la rebelión, en que incurrieron los del movimiento estudiantil de 1968).

Claro que el Pejecutivo Triunfante, pudo decir que entonces otorgaría el perdón, con el inconveniente de que hay otro artículo del Código Penal, el 93, en el que se señala que eso vale solo para delitos que se persiguen por querella, otorgado por la parte ofendida, “cuando se hayan reparado la totalidad de los daños y perjuicios ocasionados por la comisión del delito” y antes de que se haya ejercido la acción penal (no aplica para los ya sujetos a proceso o sentenciados. Punto). El Presidente tampoco puede.

Y si el Pejesús, en un arranque de ingenio jurídico, hubiera dicho que la ley sí otorga facultades discrecionales al Ejecutivo Federal para indultar al que le pegue la gana, cualquiera de los otros cuatro presentes en el debate  (es un decir), le podría haber devuelto la pelota con gracia y donaire, recordándole que el artículo 97 del mismo Código, impide indultar a los que hayan sido sentenciados por delitos contra la salud (los narcos), violación, delito intencional contra la vida y secuestro, ni de reincidente por delito intencional, aparte de otros delitos muy feos que no le digo porque no es cosa de escandalizar al respetable. Y además, el indulto procede en tres casos, a saber: “1. Por los delitos de carácter político a que alude el artículo 144 de este Código; 2. Por otros delitos cuando la conducta de los responsables haya sido determinada por motivaciones de carácter político o social, y 3. Por delitos de orden federal o común en el Distrito Federal, cuando el sentenciado haya prestado importantes servicios a la Nación, y previa solicitud”; o sea, nada fácil andar indultando gente.

¿Por qué ninguno de los ahí presentes enfrentó a Peje ante su bárbara ignorancia?… ¿por qué lo dejan bordar bufandas con cuerdas de barco?… El señor Pejecutivo Legítimo, habla por hablar, dice lo que supone quiere oír la gente (generalmente acierta). Y eso vende. Ya luego no cumple… pero, luego, después de montarse en el cargo, como cuando consiguió ser Jefe de Gobierno del entonces D.F. y dejó sin cumplir no pocos de los 40 compromisos de campaña que hizo, por lo pronto los referéndums revocatorios de su mandato, que cuando se lo reclamaron dijo que sí los había hecho, mediante consultas telefónicas… y eso no es un referéndum, don Pejeremías, ni se parece (si es que hizo las consultas); para ni mencionarle que su hoy esposa cuando trabajaba para él en la capital del país, ganaba un salario apenas 10% menor al del Jefe de Gobierno del D.F., poquito más (5 mil pesos más), que Nico, el chofer de don Pejesús. Generosote.

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