28 de marzo de 2024

La Feria: Nada es para siempre

Sr. López

Tío Chelo (Marcelo), era chaparrín, ventrudo, mandón y malmodiento. Tía Mariquita y sus cinco hijos, por costumbre y resignación, se plegaban sin chistar, porque era bravo. Ya en la universidad el hijo más grande, Lito (Marcelo también, pero Marcelito de cariño), le dijo que por qué nunca dejaba opinar a nadie, que por qué todo era como él quería, todo, comidas, paseos, cine (entonces ir al cine era un acontecimiento que se platicaba, otro día le cuento), y tío Chelo le contestó con sus malos modos: -“El que paga manda y al que no le guste, que le busque” –ni quien diga nada. Él trabajaba de contador en una oficina de gobierno, le iba bien a secas, para ir tirando, pero… ¡ah, la vida!… pasaron los años, el tío se jubiló con una pensión de sacar lágrimas, vivían cuidando cada peso y de repente, tuvo a bien morir el siempre soltero tío Ricardo, el infinitamente rico -¡y soltero!-, tío Ricardo, quien aparte de dejar una como pensión vitalicia al mocito (ya cuarentón), que lo atendía desde hacía mucho (otro día le cuento), le heredó absolutamente todo a su sobrina más querida, tía Mariquita, quien nomás saliendo de la Notaria, le dijo a su maridito: -No se te olvide Chelo, la que paga manda –y el tío ni el pico abrió.
Seguro recuerda que el jueves pasado se armó la bronca en la Cámara de Senadores, por el “mayoriteo” que impuso Morena al aprobar la reducción del tiempo disponible -a todos los senadores-, para hablar en tribuna solo cinco minutos en vez de los diez de que disponían hasta ese momento en que la aplanadora Morena les pasó por encima (fue horrible).
Priistas y panistas, después de decir lo que salió de su ronco pecho, oponiéndose a semejante cosa, que puso a toda la ciudadanía -de costa a costa y de frontera a frontera-, al borde de un ataque de nervios (ni a quien le importe un pito), abandonaron el recinto, algunos con la boca cruzada con etiquetas blancas, como un tache, para dejar clara su defensa de la libertad de expresión (¡órale, qué gallardo arranque de valor!); otros aprovecharon para acusar de autoritario al Presidente electo (ya sabe quién): ¡se ve, se siente!… ¡la lucha sigue y sigue!… ¡senadores, unidos, jamás serán vencidos!
Los que se quedaron, Morena y asociados, votaron. Ganaron (digo, tienen el 69% de las curules, ni modo que no).
Y por eso, a partir del viernes, nosotros, los del sufrido peladaje, víctimas inocentes de esta atrocidad, tendremos que resignarnos a disfrutar solo la mitad de las sesudas intervenciones de tricolores y panistas, de ese su verbo elegante… pobres hombres, ellos solo querían departir regocijadamente y robarle inspiración a su tristeza, esa, la tristeza de haber sido y el dolor de ya no ser. La patria sufre.
El mexicano verbo “mayoritear”, se usa para descalificar la horrorosa costumbre en las democracias, de que la mayoría decide. En tiempos del pricámbrico clásico se usaba la analogía “aplanadora priista”, para describir las bellaquerías del otrora partidazo (qué nos dejó la democracia que no fueran pesares, si acaso tan solo un momento de felicidad). Por eso, patrióticamente, advirtió el muy panista Gustavo Madero que “(…) Morena está evidenciando un autoritarismo que si se deja crecer se arrepentirían todos los mexicanos (…). Pué’que, quién sabe: ¿qué nos proponen?… ¿qué mande la minoría?…
Para tomarse a pecho los dichos de nuestros políticos se necesita (primera posibilidad), acabar de cumplir 12 años o, en el resto de la población (segunda posibilidad), ser muy ingenuo, tirando a baboso.
Si le parece majadería lo arriba escrito, se le recuerda lo que decían del “mayoriteo” los que antes eran minoría y hoy son mayoría (y la ejercen, ni modo que no):
13 de abril de 2008: El FAP (“Frente Amplio Progresista”, formado por el PRD, PT y MC, Frente que sustituyó a la “Coalición Por el Bien de Todos”, la que en 2006 postuló a AMLO como candidato presidencial), tomó tres días la tribuna de la Cámara de Diputados y rechazó (el FAP), “que se trate de un secuestro”, advirtiendo el coordinador del PRD (Carlos Navarrete entonces), que “es imposible que se normalice el proceso legislativo (…)”; en lo que coincidieron los perredistas Pablo Gómez y Ricardo Monreal, diciendo que (tomar la tribuna e impedir las sesiones), “es una respuesta legítima ante la intención de PRI y PAN de imponer su mayoría”. ¡Charrán chan chan!, ¡chan, chan!, ¡chan chaaán!… ¡que se oiga esa banda!… la Marcha de Zacatecas, que no somos muchos pero somos machos.
16 de marzo de 2007: “Controversia insalvable en la Cámara de Diputados entre las cuatro fuerzas políticas -PRI, PAN, PVEM y Panal-, que respaldan la reforma a la ley del ISSSTE y los partidos del Frente Amplio Progresista -PRD, PT y Convergencia-, que se oponen y cuyos integrantes advirtieron que el gobierno y los grupos que impulsan la legislación, pretenden aprobarla “fast track” y aplicar un mayoriteo (…) asegurando que la oposición fue desdeñada por la reedición de la aplanadora PRI-AN (…)”. ¡Ándele!
Dos ejemplos entre miles de aquellos largos tiempos en que los priistas aguantaban a pie firme que les dijeran de cosas por usar su mayoría de votos en el Congreso, para aprobar o desaprobar; igual que cuando los panistas, eran tachados de autoritarios por sumar sus votos al tricolor y mandar, aunque les duró muy poco el gusto. Ni modo.
En cualquier congreso y en cualquier democracia, lo que es obligatorio es escuchar a todos, minorías incluidas. En cualquier congreso y en cualquier democracia, la mayoría decide y manda. Ni modo, señoras y señores del PRI y del PAN, como diría el señor Bermúdez, fue suya y la dejaron ir, y ahora les toca ver a Morena & Asociados disfrutar: tuya, mía, tenla, te la presto ¡acaríciala!
Pero, sin fatalismo, sin desearles mala suerte ni querer aguarles el gusto a los felicísimos señores de Morena & Asociados, se les sugiere que no se pongan tan orondos, porque sus metas y promesas están en el lomo de un venado y en política nada es para siempre.

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