24 de abril de 2024

La Feria: Sufrir por gusto

Sr. López

Decíamos ayer, como dicen que dijo Miguel de Unamuno, al volver del exilio a su cátedra en Salamanca, que sí lo dijo, pero parafraseando a Fray Luis de León, quien lo dijo cuatro siglos antes al… ¿le interesa? (no, creo que no). Bueno, decíamos ayer que nuestros candidatos a la presidencia tienen un problema común: ¡nosotros meros!

Bueno, pues como anillo al dedo llegó al correo de este su texto servidor, el comunicado de prensa 272/18, fechado 20 de junio de 2018, emitido por el Inegi y Conacyt, con los resultados de la “Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México” (asunto trepidante, coincidirá usted con el del teclado), en el que aparte de los temas que señala su título, contiene información muy útil al pavoroso caso del electorado tenochca.

En la Gráfica 1 del reporte, informan sobre el “nivel de interés” de la población en algunos asuntos, entre los que aparece la política. Según Inegi y Conacyt, el 3.5% de los mexicanos tienen un interés “muy grande” en la política; un 12.9%, “grande”… y al 83.6% les interesa tanto como la evolución de las fanerógamas basales (o el clima en Hawaii) Confiesa el 42.9% que tiene “nulo” interés en la política; otro 40.7%, dijo con algo de pudor, que su interés en política es “moderado” (o sea: les importa un pito, pero les dio pena decirlo).

No andan errados los del Inegi y el Conacyt: los de “nulo” interés coinciden más o menos con el porcentaje de abstención. Habría que saber ahora cómo serían los resultados de este estudio sobre el interés en política del ciudadano simplex, en tiempos de Mundial de Futbol. No compliquemos. Así hay que dejarlo (si México llega a Octavos de Final en el campeonato, podría tocarle jugar el día 1 de julio… ¡la catástrofe!, tendría que autorizar el Congreso por urgente y obvia resolución, un Plan DN III Electoral Especial, para llevar a la gente a votar a punta de fusil… hasta en el INE estarían con el partido en todas las pantallas, incluidas las de conteo rápido).

Como complemento y por si es usted curioso, los temas en que mayor interés manifiesta el ciudadano de esta tierra de hombres cabales, son: Contaminación ambiental (49%) y Deportes (38.5%), porque el cuestionario no incluyó temas como Farándula y TV y Novelas.

Esos datos son sobre el “interés” de la gente, pero la cosa cambia cuando los resultados son sobre qué tan informada está la población: sobre política, el 2.3% de la gente está muy bien informada; el 15.5%, está bien informada (a secas); y un aplastante e ignominioso 82.2% de los orgullosos integrantes de la porra del Tri, tiene información “moderada” o “nula” (el 50.5 y el 31.7% respectivamente)… ¡eeeh…! (ya saben).

Así se acerca la gente a las casillas ¡y votan!: el 2.3% sabiendo de qué va la cosa; el 15.5%, medio sabiendo… y el resto, nomás, así, a lo que les lata.

Estos señores del Inegi y el Conacyt, como que hicieron su sesudo estudio con ganas de humillarnos, porque no hay otra manera de interpretar algunas preguntas. Mire usted: se les ocurrió averiguar cuántos mexicanos saben que la Tierra (nuestro planeta, no se distraiga), da la vuelta al Sol en doce meses y detectaron un penoso 35.1% de tenochcas que no lo saben (dijeron que en un mes… en serio, vea usted la Tabla 1); también se encontraron con que hay un 14.7% de mexicanos… que no se han enterado que el hombre llegó a la Luna; se aguantaron las carcajadas cuando el 69% les dijo que el rayo láser trabaja por el enfoque de ondas sonoras (lo que ratifica que la Sonora Santanera es luminosa); y el 84.4 afirmaron que existe un Premio Nobel de Matemáticas (… no, no hay).

SEP… tenemos un problema.

Y así, con la certeza que nos dan la ley y los derechos humanos, debemos acudir a las casillas, pedir con garbo nuestra boleta y decidir el rumbo del país por mayoría de votos (como ordenan los cánones democráticos más elementales)… no se preocupe usted, no propone este junta palabras el retorno del porfirismo, faltaba más, pero si plantea que estamos atrapados en la democracia, porque ya antes lo hemos dicho: México es peculiar porque somos una democracia sin demócratas, república sin ciudadanos cabales y ahora se viene uno a enterar que nuestras elecciones se realizan sin electores; bueno, sí somos electores, pero a nuestro estilo: de tin marín… de do pingüe…

Así, pareciera que la abstención viene a ser un auténtico acto de responsabilidad… sorpresas te da la vida. Lo malo de la abstención es que permite el más libre actuar del mapache estándar.

Curiosamente, la abstención era mucho menor en tiempos del pricámbrico clásico (claro: ponían los resultados que les venían en gana, ni quien protestara, ni se enterara). Pero desde que se empezaron a hacer con mayor aseo las elecciones, descubrimos que no vota un gran porcentaje del electorado: en el año 2000, no votó el 36.03% (año de la fiesta de la familia Fox Sahagún); en las elecciones intermedias de 2003, el 42.98% (ya decepcionados todos por la transición a la democracia, transición a la mexicana: nada cambió); en la presidencial de 2006, el 41.78% no se tomó la molestia de ir a tachar su boleta (ganó don Calderón y a la raza, ni fu ni fa); en la intermedia de 2009, el 44.61% prefirieron ver en la tele una de Cantinflas; en la elección de don Peña Nieto, se abstuvo de ejercer su derecho a votar el 36.92% (que casi mueve a sospecha esta disminución de haraganes… ¿no será que…?, no, no pensemos mal, no hay por qué).

De esta manera, con esta mala maña de no votar masivamente, resulta que los más beneficiados son los partidos que cuenten realmente con lo que llamamos “voto duro” (seguidores de a de veras, pues)… y con estructura de operadores que movilicen ese voto duro, o sea: el PRI (que ya no es PRI, recuerde usted que es el neoPRI, la versión peñanietista, que solo conservó las siglas y los edificios, lo demás, ni se parece al de antes, que nadie extraña, por cierto)… entonces, si de veras lo odian y detestan, voten, que si no, es sufrir por gusto.

 

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