29 de marzo de 2024

Quiero naufragar: La Feria

SR. LÓPEZ

Es la última vez que le recuerdo que la abuela Virgen (Virginia, la de los siete embarazos), cocinaba como la Santísima Trinidad, rezaba como Santa Teresita del Niño Jesús, era querida por todos y muy tontita, por describir caritativamente su cerebro de caracol de jardín. Una de sus necedades consistía en culpar de todo, desde un dolor de muela al deceso de tía Rosita (117 añitos de edad), a que su señor esposo, don Armando, caballero de fina estampa que a su andar relucía la acera, era masón, no estaba bautizado y en lugar de crucifijo sobre la cabecera de su cama (recámaras separadas), tenía su sable de capitán de artillería (a las órdenes del general Felipe Ángeles, cuando era del ejército federal, antes de pasarse con Villa). Así las cosas, cuando la luz de sus ojos, su hijo mayor (Armando, ni modo que no), contrajo meningitis, la abuela lo achacó a su guapísimo marido: -Tú, adorador de Satanás, has traído la ira de Dios a esta casa –y ya curado, la abuela ni las gracias dio al doctor Gustavo Baz, sino a Santa Bárbara, la que cura calenturones. Décadas después, la abuela seguía contando que “ese señor”, nomás para hacerla sufrir, había puesto en riesgo la vida de su ‘Nene’ (ya cincuentón el ‘Nene’). A ver, aléguele a ese cociente de inteligencia, a ver.

El no por reciente menos querido amigo José, hace reflexionar a este menda que en su conferencia madrugadora del lunes pasado, nuestro Presidente dedicó a la marcha masiva de mujeres del domingo anterior, en todo el país, un párrafo de más o menos 90 palabras; y a su versión de que ese movimiento femenil de causas evidentemente justas y urgentes, es aprovechado por los ‘conservadores’ para perjudicarlo y descarrilar la 4T… diez veces más, casi 900 palabras. Sí, él sabe más, segurito esos hijos de Satanás quieren hundir al país aunque ellos se hundan con él, total es por la dicha inicua de hacerlo fracasar. Se propone una novena masiva a Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes. Que nos lo cuide.

Y en la madrugadora de ayer, nuestro timonel, ante el despelote mundial de bolsas de valores, precio del petróleo y depreciación de nuestra moneda, hizo varias afirmaciones que permiten sospechar padece del síndrome de Pollyanna, que los psicólogos describen como sublimación del optimismo que impide ver el lado negativo de las cosas, descartando la realidad.

En su definitivo optimismo, nuestro trajinero patrio, con el sano afán de serenar al peladaje (todos nosotros los tenochcas simplex), hizo varias afirmaciones… no, no falsas, digamos que tantito no ciertas, tantito.

“Tenemos finanzas públicas sanas (…) no se gastó más de lo que tenemos de ingresos (…)”, afirmó nuestro Guía; bueno sí, logró el gobierno federal un superávit primario pero maquilladito. Efectivamente, conforme a las cifras de Hacienda publicadas el pasado jueves 29 de enero, en el año anterior, consiguió un superávit primario del 1.1% del PIB, nada más que hicieron aparecer como “ingreso” la tajada que tomaron del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestales (125 mil millones de pesos); y anotaron como ingresos de Pemex el préstamo del gobierno federal para que medio pagara sus deudas (otros 97 mil millones de pesos); y ninguna de las dos cosas son ingresos, esa lana ya estaba en el erario, nomás la cambiaron de cajón. Trampa, mala trampa que los que saben de eso, detectan a golpe de vista (lea en El Financiero la columna ‘Fuera de Caja’ del 5 de febrero pasado, de Macario Schettino). Así que, nada de finanzas sanas.

“No se endeudó el país; por primera vez, no creció la deuda pública”, aseguró el Faro Nacional, nuestro Presidente. Entendamos que se trata de no asustarnos, como cuando papá lleva el gasto y no le dice a mamá que lo consiguió con el usurero del barrio, para qué preocuparla. La realidad es que el año pasado el ritmo de endeudamiento fue de 1,060 millones de pesos diarios, lo que según Hacienda, es moderado, comparando con otros países. Bueno sí, nomás habría que ver la capacidad de producción y pago de esos otros. Pero de que creció la deuda, creció, señor Presidente.

“Todas las monedas se depreciaron y la nuestra resistió, aguantó y yo espero que se vaya fortaleciendo el peso hacia adelante”, galanamente nos hizo saber nuestro Almirante de la Mar Océano. ¡Qué bueno!… lástima que no sean tan optimistas los de la Comisión de Cambios de Hacienda y los de la Junta de Gobierno del Banco de México, quienes anunciaron un incremento de 10,000 millones de dólares (210 mil millones de pesos), en su programa de coberturas cambiarias liquidables en moneda nacional, después de la “abrupta caída del peso” (llegó a 22.13 por dólar para operaciones en el mismo día, la mayor depreciación en tres años). Entonces, nada de que resistió. Está bien ser optimista, pero sin salpicar babas.

Para que nos fuéramos a la cama más contentos que un recién casado, nuestro Presidente ratificó que el gobierno federal, si hay problemas de ingresos, cuenta con un fondo de 150 mil millones de pesos para estabilizar el presupuesto. Pero ¡espere! (como en los infames Infomerciales), de ese Fondo el año pasado ya se gastaron 125 mil… ¡chin!… ¿quién le avisa?

Ya nos llegan goterones de la tormenta a la barca nacional, enfrente, negros nubarrones anuncian un huracán, las perversas calificadoras se aprestan a poner entre sus papeles basura nuestra deuda soberana, el Presidente avienta puños de billetes para ser más popular que la Adelita; encima, estamos rezando rosarios a rodilla para que los enfermos se curen solos, el Coronavirus no nos pegue y las mujeres se aplaquen, pero lo que cueste es poco, ya tocaremos los dinteles de la Gloria, se está Transformando la patria por cuarta ocasión, así que sin gestos.

Y desde el Cielo se oye la voz del gran Julio Jaramillo: “En un bote de vela/ A la mar me tiro/ Que me lleve el viento/ Muy lejos contigo./ Donde tú y yo solos/  Podamos vivir./ En un bote de vela/  Sin ancla y compás/ Rumbo no sé dónde/ Quiero naufragar”

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