El pasado 1 de julio, se produjeron en México unas elecciones presidenciales históricas que eligieron el sucesor del presidente de la República Enrique Peña Nieto. En ellas se enfrentaron principalmente tres candidatos: José Antonio Meade al frente de la coalición Todos por México; Ricardo Anaya representando la coalición Por México al Frente; y el vencedor de todas las encuestas, Andrés Manuel López Obrador del partido Morena.
Los pronósticos se cumplieron finalmente y AMLO pasó a ser el presidente electo. La izquierda consiguió por primera vez hacerse con el mando del país con el 53% de los votos, que equivalen a más de 30 millones de votantes, a 308 diputados y a 69 senadores. El líder socialdemócrata ya se había presentado a los comicios en dos ocasiones anteriores: en las federales de 2006 por la Coalición Por el Bien de Todos y en las de 2012 por el Movimiento Progresista.
Hijo de comerciantes, López Obrador empezó su carrera profesional en la tienda de sus padres. No fue hasta que empezó a cursar Ciencias Políticas y Administración Pública en la universidad que el macuspanense se interesó por la política y decidió compaginar sus estudios con varios cargos del Partido Revolucionario Institucional. Durante décadas estuvo muy ligado al gobierno de Tabasco, convirtiéndose en 1989 en su presidente estatal por el Partido de la Revolución Democrática.
No consiguió renovar legislatura en las elecciones de 1994 al perder contra Roberto Madrazo Pintado y dos años después se convertía en el presidente nacional del PRD. En el año 2000, pasó a ocupar la jefatura del gobierno del Distrito Federal y fue entonces cuando sus políticas fueron calificadas de populistas por sus rivales. Lo cierto es que consiguió bajar las tasas de homicidios, secuestros, extorsiones y robos de la capital, así como aumentar el PIB y la inversión extranjera.
Dos décadas después, López Obrador quiere continuar la obra que inició entonces y siguió siendo ya jefe de la oposición. Además de anunciar un programa conjunto con Guatemala para reducir la migración, el presidente electo se ha propuesto hacer una renovación total de la administración para poner fin a la corrupción, dar amnistía a los narcos y terminar con la violencia, mejorar las condiciones económicas de los trabajadores y los pensionistas e invertir más en educación.
Es difícil saber si conseguirá hacer realidad o no sus propósitos, pero lo cierto es que su elección como nuevo presidente ha sido un soplo de aire fresco para el país. Así lo consideraron sus votantes, entre los cuales se encuentran aquellos que quisieron castigar a los gobiernos anteriores, aquellos que quisieron romper con el bipartidismo del PRI y el PAN y otros que vieron en López Obrador el mandatario ideal, más moderado y conciliador que nunca.
