He sido un fiel defensor de las autoridades mexicanas, y más de los beneficios de la Reforma Energética, como en su momento lo hizo Ricardo Anaya Cortés, cuando se promulgó en un evento realizado en Palacio Nacional.
Creí en las palabras de Anaya cuando dijo que habría beneficios a los mexicanos, que bajarían los precios de las gasolinas y que se reflejarían en los bolsillos de los mexicanos.
Cuando se dio el primer gasolinazo, en enero de 2017, cuando aumentó, en promedio, 20 por ciento, estuve en contra de los actos de rapiña que se suscitaron, producto de la inconformidad por el gasolinazo Creí en las palabras de Anaya, de los beneficios energéticos.
También vi con buenos ojos la entrada en operación de la Comisión Reguladora de Energía en febrero del año pasado, que muchos manejaron como gasolinazo diario, cosa que no fue así, pues el precio de la Premium del 1 de enero del año pasado al 30 de octubre, pese a sus vaivenes diarios, bajó 46 centavos: De $18.23 a 17 pesos con 77 centavos.
Hasta aquí todo iba de maravilla.
Del 1 de noviembre de 2017 al 30 de noviembre del año pasado, en un solo mes, subió los mismos 46 centavos que había bajado en 10 meses.
Pensé, para mi consuelo, que el precio de 18 pesos con 23 centavos era el mismo de principios de año y me animaba pensando que en 11 meses, de enero a noviembre, la Premium se había mantenido en $18.23; es más, me dije: Estamos tablas.
A partir del 1 de diciembre de 2017 empezó la liberación de las gasolinas y también el vía crucis de los automovilistas, pese a que todavía no es Semana Santa.
A $18.23 inició la Premium, y hasta el día de hoy, 18 de enero de 2018, cuesta 18 pesos con 83 centavos, o sea, que aumentó 60 centavos en 49 días hasta el momento.
La liberación de gasolinas, más bien, fue una elevación de precios tanto en combustibles como en artículos varios.
Recuerdo bien que los gasolineros expresaron que la liberación no significaba aumento de precios pues el tiempo está demostrando que sí.
Es lógico que si aumenta la gasolina, aumentan también los precios de los artículos y, por ende, afecta la inflación y eso pega en los bolsillos de los mexicanos.
Sé muy bien que las autoridades tienen su propia óptica de las cosas, pero desde que la Comisión Reguladora de Energía dejó de controlar los precios de los combustibles, el costo de la gasolina está por las nubes.
Ahora ya no se puede decir que el gobierno tiene la culpa de las alzas a combustibles, pues, hoy en día, los que ponen los precios son los propios gasolineros, que, por lo visto, hacen lo que quieren sin freno alguno.
La competencia entre gasolineros de nada ha servido, pues el común denominador es el aumento desenfrenado y seguro que han de expresar: Si el otro le sube, yo también.
Más que una nota, este es un exhorto a las autoridades correspondientes porque los discursos son muy bonitos, pero la realidad es otra: El gasolinazo diario nos pone en la Ma gna y en la Premium.
No es broma; es un martirio llegar a tu estación de servicio y expresar en tus adentros: ¿Y ahora de a cómo será el Ma gnazo?.
Reitero: El precio de la gasolina se ha convertido en un calvario; no hay control; cada gasolinero le pone el precio que quiere y, desde la liberación, en ningún momento ha bajado.
A título personal, yo estoy hablando, concretamente, de la British Petroleum, que es la estación que ocupo para llenar el tanque.
Repito: Digan lo que digan, la liberación resultó peor que cuando operaba la Comisión Reguladora de Energía.
Y el mexicano lo nota en su bolsillo; eso es lo real, lo que se vive a diario; estamos de la como el nombre de la finca de Andrés Manuel López Obrador en Chiapas.
Es innegable que algo se tiene que hacer el ciudadano ya no aguanta más calvarios. Las autoridades tienen la última palabra.
Repito: Hasta este jueves 18 de enero, la Premium costaba $18.83; mañana quién sabe y, lo que es peor, no tienen para cuándo parar los gasolinazos ¡Sálvese quien pueda!
Vía IMPACTO.MX
