26 de abril de 2024

La Feria: “Lágrimas y Risas”

Sr. López / GMx

Phineas Taylor Barnum, aquél empresario yanqui que se hizo mundialmente famoso en el siglo XIX por sus espectáculos de monstruos, rarezas y curiosidades, después fundador del circo más importante de su época (hoy conocido como el Ringling Brothers and Barnum Circus), creador de la publicidad moderna, la que hoy conocemos, la de medias verdades, exageraciones y mentiras, se revuelca de envidia en su tumba.

Ya estaba nervioso don Phineas desde la época de oro del pricámbrico clásico, pero hoy, ante el espectáculo que ofrece la democracia a la mexicana 2018, se da de topes en la tapa del ataúd. Su alucinante circo de tres pistas, es más aburrido que un juego de ajedrez por teléfono, comparado con el espectáculo de nuestros políticos en campaña. Ese es el problema de Meade: es señor serio y no le sabe a eso de la bufonería, la declaración estrambótica, la mentira como recurso metódico: es mal candidato, respecto de los estándares que se han impuesto en nuestra risueña patria de unas décadas para acá (unas 20 décadas), y no va a entrarle a la competencia de babas, no le sale. Más le vale que la banda del tricolor “Los mapaches guapachozos”, hagan lo que saben hacer, porque es muy difícil competir en un concurso de payasos recitando poesía.

Ora vemos al C. Anaya del PAN imitando al hombre araña, ora lo oímos decir que el PRI se “cuelga” de él para levantar la campaña de Meade (frase enigmática… tonta pues), o “enfrentar” al Cisen para que veamos que si el padre Pro puso los brazos en cruz ante el pelotón de fusilamiento, él también tiene de esos (¡así se forjó el acero!)… y en serio: es candidato a la presidencia.

En otra pista, el Pejecutivo Legítimo, dice que es el único que puede acabar con la corrupción (el único, o sea, un país de 130 millones de habitantes, se sacó la Lotería el día de su feliz alumbramiento), y para que no dudemos que no claudicará y que sus convicciones son más firmes que el tinte que usa el Trump (Miss Clairol 12, rubio dorado, muy claro), incorpora a su equipo a selectos integrantes de eso que él habrá de acabar, junto con enemigos de él y su partido (y hasta a profesionales del arribismo que no aportan votos ni representan nada).

Por su lado hace malabares el tal Bronco, esperanzado en que ya nadie se acuerde que fue priista 33 años; en la cuerda floja -con red-, hace equilibrios el tal Ríos Piter, expriista, experredista, hoy independiente, crítico del sistema de partidos (!); y finalmente, doña Margarita, la Pípila Zavala, Soldadera de mi General Calderón, para regresar a Los Pinos (nomás que ahora no de primera ama de casa, sino de ama de la casa presidencial), que por eso, cuando se confirmó en diciembre pasado que el C.Anaya sería por sus meros chones el candidato del PAN a La Silla, declaró que el PAN se había convertido en una “mala copia del PRI con prácticas como la cargada y el dedazo”(¡uy! hasta la leche se les cortó a los del PRI y al C.Anaya: -“¡Ya nos cacharon!”)… aunque la verdad, al PAN de ahora y al PRI de ahora, lo que diga la respetable señora les importa lo mismo que a la selección de Alemania la influencia del acento prosódico en su desempeño futbolístico: nada, absolutamente nada.

Es imposible pronosticar quién colocara su ya presidencial trasero en La Silla. La lógica no va por el mismo camino que nuestra realidad política. La información no es sino apariencia. Los datos son (todos), dudosos. Es una comedia, una farsa masiva (¿no podrían prohibirse las campañas políticas?… no para siempre… digamos, unos 30 años al hilo y que los candidatos solo pudieran hablar, de uno en uno, en un programa semanal de media hora, transmitido por radio y televisión, durante dos meses; y luego, todos a votar y ya… sería mejor o igual de malo, pero más barato).

Si alguna duda tiene que esto es pura payasada, recuerde cuando en julio de 2009, esfumaron el IFE, para dar a luz al INE, despidiendo a todos los consejeros electorales, empezando por su entonces presidente Luis Carlos Ugalde, Mr. Atole (¿se acuerda de la pachorra con que tuvo al país entero con el ¡Jesús! en la boca, la noche del 2 de julio de 2012?). Nomás piense que eso lo hicieron después de haber puesto a trancas y barrancas a don Calderón de Presidente, como aceptando que el IFE no servía, lo que equivale a que una vez terminada la final del campeonato nacional de futbol, los dueños de los equipos se reunieran y corrieran al árbitro, los abanderados, y a todos los árbitros de la comisión. Pues, lo primero que uno piensa es que no les tenían ninguna confianza. Y no es ser mal pensado.

Así hemos llegado a un capítulo más de esta trepidante radio novela, “La fiesta democrático-electoral”, también conocida como El Parto de los Montes, versión libre del Derecho de Nacer y Ser Reconocido, estelarizada por este ramillete de personajes impresentables unos (la mayoría), muy decentitos otros (la minoría), todos sujetos a las únicas dos reglas de un juego muy raro:

Primera regla: Ganan las elecciones los que quieran los poderosos.

Segunda regla: En caso de derrota, se aplica la primera regla.

Buena suerte la de Barnum de no haber nacido en el México de hoy: pasaría desapercibido. Mala suerte del país con un sistema de partidos sin partidos (nomás vea las alianzas entre moros y cristianos con que nos quieren convencer que su interés único es el bien de la nación).

Lo más penoso es que esta competencia por la presidencia de la república, entre el Pejesús Redentor patrio (ni mejor ni peor que el clásico político oportunista que prevalece en la actual vida pública mexicana), el risible C.Anaya Araña y un señor Meade que carga a hombros los pecados reales y ficticios del PRI al que no pertenece y los de la versión más olvidable del PAN, al que tampoco pertenece, no quedará registrada en los anales de la historia patria, da si acaso para historieta, por lo que no se sorprenda si de repente aparece por ahí, de parte de los sucesores de Yolanda Vargas Dulché una saga de “Lágrimas y Risas”.

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